En los mismos ríos
entramos y no entramos, pues somos y no somos, los mismos. -Heráclito de Éfeso-.
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Imaginemos a una persona susceptible
de ser manipulada con cierta facilidad que poco a poco se hace más
independiente y autosuficiente oponiéndose a aquellos quienes la
manipulaban. En tal caso estos últimos pueden decir “tú no
eres así”, “no has sido así nunca”. Damas y
caballeros, esa persona no ha sido así siempre, pero ahora sí lo
es. Es exactamente el mismo error que comete el pavo que tiene la
firme convicción de que todos los días a las doce de la mañana
come porque viene el granjero a llenar el comedero de maíz a esa
hora cada día durante dos años. Esto es así hasta que llegó aquel
fatídico veinticuatro de diciembre para el pavo.
Es absurdo anclar la esencia en el
pasado, lo único inmutable es el cambio. El pasado en todo
caso forma parte de nuestra identidad. Pero nada más. Y la identidad
se encuentra en constante desarrollo.
Con la comida. Me llaman hipócrita por intentar comer sano -cenar ensalada, evitar demasiado pan, preferir carne de ave a la carne de cerdo...-, porque de vez en cuando como chocolate o dulces. Según el criterio de alguno, lo correcto sería comer siempre guarradas, o comer siempre lechuga, sin término medio ¿cierto? De lo contrario se incurre en un cinismo atroz.
A otros no le gusta incluso como escribo, por lo visto "me creo superior por estar en la universidad” o “haber leído”. Además me atribuyen creencias que en realidad no son mías, asegurando que pienso que todos son unos ignorantes o algo así. Apoyan esta postura en argumentos tipo “no estás escribiendo una redacción para un profesor”, “se escribe así en el instituto”, “no eres más importante por” etc, etc... Esto es ridículo.
¿Cómo debería de escribir? Por utilizar normalmente palabras de uso poco habitual resulta ahora que “voy de”. Ciertamente, puedo expresarme como yo mismo estime conveniente, o si se prefiere como a mí me salga del nabo -según el lector se sienta cómodo-. Para que vea que me desenvuelvo en varios registros. Hay gente culta sin estudios y gente estúpida cursando estudios superiores. Todo es relativo. Eso lo sabemos bien.
Es más, se ahorra más tiempo
escribiendo este tipo de palabras y expresiones -¡ostias!- ¿Cómo
se dice "convencionalismos y dogmas morales" sin que
no parezca que intento aparentar un intelectualismo superior? Se
podría decir que "es lo que hacen todos porque lo ven hacer
a los demás y así sentirse integrados por miedo a que se les
rechace por su singularidad". Es más corto usar la palabra
convencionalismo, creo.
También creo que se utilizan los prejuicios para escudar los complejos de inferioridad. Pues normalmente se le atribuyen rasgos de megalomanía a aquel ante el que uno se siente inferior tras haberse comparado. Negando la realidad no se consigue mucho. Cuando se es un mediocre más vale asumir que se es y a partir de ahí inspirarse en los más virtuosos para mejorar. Mayormente, he podido comprobar que los individuos se camuflan. Suelen disfrazarse "de" y acto seguido acusar "de" a los que no son como ellos.
Einstein dijo, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Y es que esta sociedad es una sopa de prejuicios, según como escribes, según qué comes... es exactamente igual que el sexo y el desnudo. Tengo la misma libertad tanto para utilizar los vocablos que estime pertinentes como para elegir acostarme con un hombre, con una mujer o hacer voto de castidad. Y la misma libertad para expresarme con formalidad como para pasear desnudo por la calle.
No se es más viril por tener un pene
más grande, ni se es menos macho por tenerlo más pequeño. Ni se es
menos mujer con unos pechos menos voluminosos. Ni se es mejor ni peor
persona por sobrevivir con más o menos dinero o tener un coche más
o menos bonito o moderno. Tampoco es degradante, como muchos piensan,
hacer tareas domésticas o recoger las heces -las mierdas- del perro
cuando lo sacas a la calle a pasear.
¿Cuál es el criterio para delimitar
lo bueno y lo malo, lo moral o lo inmoral? ¿Asumir el
criterio de otro? No deja de ser completamente aleatorio, por lo
tanto injusto. Es la dictadura de la moral.
La libertad de uno termina donde
empieza la de otro. Si en una acción no se confronta la libertad de
otro, no puede ser mala en tanto que no es nociva ni ofensiva. En tal
caso sería inofensiva, por tanto aceptable. Si se prefiere "buena".
No porque le agrade a más gente es legítimo de imponer. Por eso
abogamos por un orden aperturista, con posibilidad de inclusión de
mayor cantidad de posibilidades. Que no cierre las puertas a nadie,
donde nadie se sienta excluido.
El problema, en todo caso, lo tienen
aquellos a quienes esto le parezca extraño. He dicho.
Rubén Pérez Macías
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